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¿Cómo nos afecta la tristeza?

La tristeza es una de las emociones reconocidas como básicas, junto con la alegría, la ira, la sorpresa, el amor, el asco y el miedo, forman el repertorio emocional básico.

Los seres humanos somos seres emocionales, y por lo tanto, cada una de las emociones, tanto las positivas como las negativas cumple una función adaptativa y necesaria para el equilibrio psíquico y emocional.


Está emoción es parte de nosotros, es una expresión natural. No hay nada de malo con la tristeza, el conflicto surge porque la juzgamos como mala.

De niños nos enseñaron que llorar era malo, si nos caíamos nos decían “no se llora, no pasa nada” o “no llores que te pones muy feo o fea”, a los hombres se les dijo “Los hombres no lloran” y miren en lo que se ha convertido la humanidad por haber reprimido su naturaleza sensible, cada vez somos más egoístas e insensibles a lo que nos rodea.


La tristeza es una emoción natural, la ira es una emoción natural, vivimos en un mundo dual, la belleza del ser humano es que es un ser emocional, se estremece y se mueve en el río de la vida sintiendo.

Lo que nos sucedió es que nos enseñaron a reprimir estas emociones, nos hicieron creer que eran feas o feos y empezamos a sentirnos avergonzados y a esconderlas. De este modo crecimos aprendiendo a ocultar la tristeza, ocultarla no va a hacerla desaparecer.

Una parte muy importante de la educación emocional consiste en educar a nuestros pequeños para una adecuada gestión de las emociones negativas, permitiendo que cumplan su función y puedan así desaparecer.

Con esa actitud, dichas emociones se tornaron anti-naturales, se distorsionaron, se enfermaron, comenzaron a salir cuando menos lo esperamos de forma inconsciente y violenta, esa puede ser una de las causas por la que hay tanta violencia en el mundo, somos como bombas de relojería a punto de estallar.

Los niños no tienen estos juicios sobre sus emociones, son completamente emocionales; lloran, ríen, gritan y luego ríen de nuevo, vuelven a llorar.


Si se les permite expresarse de forma natural se sentirán espontáneos y liberados para ser de nuevo, pero cuando no se les permite llorar o expresarse, comienzan a sentir que hay algo malo con ellos, allí comienza el condicionamiento, el conflicto, el trauma, la falta de confianza en si mismo.

Esto es lo que nos ha sucedido, no confiamos en lo que sentimos porque se nos dijo que era inadecuado, que había que sonreír aunque lo que queríamos en ese momento era llorar, se nos enseñó a ser falsos, tuvimos que ponernos una máscara.

Cuando la tristeza es real, es bella, se llora y se transforma, cuando la ira es real es bella, si se siente y expresa (de forma consciente, sin tirarle el veneno a nadie encima), nos apoya a conectar con nuestra fuerza para seguir adelante, y esta energía poderosa se transforma.

Pero cuando podemos en nuestra cara una sonrisa falsa, nos estamos engañando a nosotros mismos, porque podemos tener un discurso diplomático, pero la energía no miente.


¿Para qué sirve la tristeza?
Toda emoción es la respuesta natural a una situación, una respuesta que tiene una función.

En el caso de la tristeza, es la respuesta natural a una situación u acontecimiento que se caracteriza por una perdida, por un fracaso, o desgaste de energía.


La tristeza nos provoca un descenso de actividad, desmotivación, y aumento ligero de la actividad cardiaca y neurológica. La tristeza por lo tanto permite la reflexión, el análisis y el encuentro con uno mismo, nos sirve para ahorra energía y descansar tras mucho desgaste.


Además la expresión de la tristeza tiene la función de pedir consuelo y apoyo a los seres queridos.


La tristeza es una emoción necesaria para superar la situación adversa, y para lograr el necesario reajuste de la perdida, la adaptación a la nueva situación y el aprendizaje y análisis del fracaso que nos permite el desarrollo.


La tristeza, a pesar de ser negativa, cumple una función muy importante, reprimirla solo conlleva consecuencias negativas.

Consecuencias de reprimir la tristeza


Reprimir la tristeza es poner barreras a la recuperación. Ocultarla y hacer como sí nada, es como si al rompernos una pierna intentamos andar como sí nada.

Si así lo hacemos, puede que acabe mal sanando la pierna pero mantendremos una lesión para siempre que nos permita andar bien.


Con las emociones negativas y en este caso la tristeza ocurre lo mismo, reprimirla solo nos lleva a dejarla dentro, y en muchos casos alimentarla. Negar la tristeza o reprimirla no acaba con ella, esa tristeza acaba saliendo tiempo después, magnificada o acaba alternado nuevas interpretaciones buscando una salida.

Como Enseñar a los niños y niñas a no negar, a no reprimir su tristeza


Vivimos en un mundo en el que impera el bienestar, en el que la diversión y la gente simpática, optimista y activa son populares y los que no se muestran así caen en el saco de la impopularidad, del poco valor social.


Estar feliz se convierte en una obligación, a pesar de las situaciones adversas, a pesar de la pérdida, a pesar del dolor y del fracaso. Pero precisamente para ser feliz, tenemos que dejar que las emociones negativas cumplan su función.


Como ya he dicho anteriormente, desde pequeños enseñamos a los niños y niñas a no llorar, les decimos expresiones del tipo: “no llores que te pones muy feo cuando lloras”, “no pasa nada, no tienes que estar triste”, de este modo poco a poco les transmitimos que estar triste es malo, que no pueden verte triste.


Es importante romper con esto y educarles para que sean capaces de sentir todas sus emociones y expresarlas, de vivirlas y aprender de ellas para llegar a ser felices.

Veamos algunos consejos:
-Nunca reprimas su tristeza. En lugar de ello proporciónale consuelo cuando llore.

-No te burles de su tristeza, ni dejes que otros se burlen de ella. (es muy normal que cuando un niño llora, le tachemos de llorica o llorón y se hagan burlas.)
– Deja que te explique porque está triste, ayúdale a reflexionar gracias a la tristeza y a ir más allá. No se trata solo de llorar, sino de descansar y reflexionar.
-Permite su tiempo de duelo ante grandes pérdidas o acontecimientos adversos, ese proceso es necesario para el consiguiente reajuste.
-Explícale que es normal sentirse triste ante determinados acontecimientos, que a ti también te pasa, pero que lo importante es buscar soluciones.


El trabajo de despertar la consciencia nos exige que seamos reales; llorar nuestra tristeza cuando aparece es honrar nuestra verdad, y la sonrisa verdadera aparecerá en nuestro rostro cuando hayamos liberado el dolor.


La tristeza tiene su belleza porque nos ayuda a ir profundo, a tocar espacios dentro de nosotros que sería imposible descubrir sin sentirla, pero hay que permitir que se manifieste, tenemos que dales espacio con amor, acogerla, darle la bienvenida porque nos está indicando que algo quiere salir para hacerlo consciente, para liberarlo y sanarlo.


La mejor forma de transitar a través de la tristeza es sentirla con totalidad, hacerla nuestra amiga, tratándola con amor le perderemos el miedo, y ella se irá más rápido de lo que podamos imaginar, porque sin resistencias, simplemente estamos dejando que entre la luz en esos espacios sombríos, es allí donde se necesita elevar la vibración, y lo hacemos posible diciendo Sí al proceso.

Bienvenida amiga tristeza, gracias, te amo, te siento, te lloro y te suelto, te dejo ir…
Realmente lo que estoy haciendo es creando espacio para la alegría, porque sin la experiencia de la tristeza, no podríamos reconocer ni valorar la experiencia de la alegría, son las dos caras de la misma moneda, naturalmente se seden el paso de una a la otra, negar alguna de las dos es represión, y al reprimir la tristeza automáticamente reprimimos la alegría.


Así pues, cuando después de sentir, soltamos la tristeza, se manifiesta una alegría real y espontánea, sucede sin esfuerzo; es una alegría que no es euforia porque algo exteriormente sucedió como queríamos, no; es la alegría que brota de la serenidad interna, es profunda, no tiene explicación, viene de dentro, es divina, no necesita de nada externo para manifestarse, es la alegría de SER.

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