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¿Cómo aceptas el cambio?

La vida nos trae cambios y movimientos continuamente. El cambio es una de las ideas más difíciles de aceptar y, sin embargo, es una de las experiencias más importantes para el crecimiento espiritual.


La mayoría de nosotros tiende a resistirse al cambio y nos aferramos a lo que nos resulta familiar, donde nos sentimos más seguros. Aun cuando sabemos que el cambio es para mejor, nos quejamos del proceso.

Cambiarse de ciudad, planear una boda o sobrevivir al primer día en un nuevo trabajo son todos ejemplos de transiciones positivas de la vida que pueden ser muy estresantes.


Si tuviéramos la opción, muchos escogeríamos escapar de la transición, como si simplemente llegar a la siguiente etapa de la vida sin enfrentar los desafíos fuese mejor.


El miedo a lo desconocido, a lo que puede llegar a pasar o no pasar. El miedo a lo que pueda salir bien o mal, es lo que nos hace resistirnos a los cambios y rechazarlos.
Sabemos que los cambios rompen la rutina y pone en jaque a la seguridad.

Esto crea una gran ansiedad e incluso puede llevar a la depresión. Pero si somos conscientes del cambio, y damos un vistazo a toda nuestra vida, podremos comprobar que ella está compuesta por una sucesión infinita de cambios. Finales y principios se encadenan para formarnos y fijarnos.


El crecer y madurar implica cambiar y tomar nuevos retos. La vida es algo dinámico, para que no nos estanquemos debemos aceptar los cambios y los desafíos que se nos plantean. De otra manera no tendríamos una vida sino solo una existencia.


Los kabbalistas enseñan que el proceso es el propósito. El dolor, los fracasos y la lucha que sentimos a medida que nuestra vida cambia son donde encontramos las lecciones de vida más valiosas. Este es un trabajo espiritual importante.


No obstante, en medio de las difíciles transiciones de la vida, a menudo anhelamos la facilidad y la comodidad.
En cambio, los kabbalistas escogen encontrar alegría en estas experiencias, sabiendo que dentro de ellas hay muchas bendiciones ocultas.


Sentir alegría en los momentos desafiantes requiere que alteremos la forma en que pensamos, sentimos y vivimos. En lugar de ver el cambio como un obstáculo que evita que encontremos plenitud duradera, nos conviene más observar y aceptar las formas en las que el cambio puede despejar el camino para que la alegría entre en nuestra vida.


En nuestra vida vamos alcanzando metas y cerrando etapas, ese es el ciclo de la vida. Pero aceptar los cambios y tener un nuevo inicio suele costarnos y mucho. Los motivos de un cambio pueden ser diversos, estos pueden obedecer que una relación ha llegado a su fin, o un trabajo, o una pareja.

Lo dificultoso de un cambio es la aceptación de ellos. Siempre nos cuesta aceptar los cambios, pero no debemos tomar esto como un rótulo, ni como un hecho de la vida.


Debemos trabajar mucho sobre esa parte de nosotros que se resiste a dar por cerrada una etapa de la vida, y aceptar un nuevo reto. La resistencia al cambio nos mantiene quietos y anquilosados, estamos esperando a ver qué pasa en nuestra vida y entorno. Y lo peor ¿sabes qué es? que nada pasará si tú no das el primer paso.


Según dice el cabalista Michael Berg: “Debemos entender qué podemos hacer proactivamente para asegurarnos de que nos estamos impulsando hacia el proceso de traer más alegría y felicidad a nuestra vida”. Cuando el cambio no es visible en el horizonte, considera encontrar una forma en la que puedas salir de tu zona de comodidad para activar el cambio en tu vida.

Pregúntate: ¿Qué hábitos negativos puedo romper? ¿Qué pensamientos negativos debería borrar? ¿Cómo puedo cambiar mi naturaleza para ser más generoso y gentil con los demás?


Cada uno de nosotros tiene el potencial de llevar una vida alegre, y tomar los momentos desafiantes en nuestra vida y convertirlos en momentos de gran júbilo.


La clave es resistir la necesidad de proyectar sentimientos de alegría en el futuro. Es fácil caer en ese tipo de trampa.


Los padres primerizos a veces piensan: “Será más fácil cuando el bebé crezca…”. Puede que los estudiantes sueñen con una vida después de terminar los estudios y digan: “Cuando obtenga me gradúe podré…”.


Si bien no hay nada de malo en esperar que la vida mejore y se vuelva más dichosa con el tiempo, cuando nos enfocamos mucho en el futuro, nos arriesgamos a pasar por alto las lo maravilloso que nos aporta cada momento, el ahora.

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