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Los dos pescadores

Era domingo, Antonio se había puesto el despertador a primera hora de la mañana para ir a pescar. Era su hobby favorito, y siempre que podía se iba a un río cercano de a su casa y echaba la mañana. Le servía de distracción y ponía en orden sus ideas, ya que solía tener mucho tiempo para ello. Pues que casi siempre se venía con la cesta vacía de peces.
Cuando llegó tenía bastante sitio donde ponerse, a pesar de no haber madrugado, pues era un día gris y nada apetecible. El río estaba solo a excepción de un individuo que por lo que observó Antonio tenía maña a la hora de lanzar la caña.


Después de algunas horas, la cesta de peces seguía vacía. Sin embargo el otro individuo no se le estaba dando nada mal, ya que los peces picaban con cierta frecuencia.
Antonio se quedó observando un rato a aquel individuo, le llamó la atención que después de capturar los peces, los observaba y algunos los metía en la cesta y la mayoría los devolvía al río. Lleno de curiosidad se acercó y le dijo:

  • Buenos días, perdona que te moleste, me llamo Antonio, ¿Te puedo hacer una pregunta?.
  • Bueno, sí no es muy difícil. Contestó el individuo.
  • Te llevo observando un rato y me ha llamado la atención una cosa que haces. ¿Por qué no metes todos los peces que pescas a la cesta? ¿Qué es lo que haces con ellos?- preguntó Antonio.
  • Los mido y todos los que pasan de 25 cm los devuelvo al río.- Dijo
  • ¿Y eso porqué? Contestó extrañado Antonio.
  • Pues porque mi sartén mide los 25 cm de diámetro, y los peces que son más grandes no los podría aprovechar. Este es el motivo por el cual selecciono los peces.- Contestó el pescador.
  • ¿Me estás diciendo que con la habilidad que tienes para pescar, limitas los recursos que te da el río por no buscar una solución?. ¿Por qué no te compras una sartén más grande y así poder aprovechar al máximo todo lo que te ofrece el río?. ¿Por qué limitas tú esos recursos?.- Le preguntó Antonio.
  • Tienes razón, ya lo he pensado, unas veces por dejadez y otras por comodidad, no he comprado esa sartén en la que pudiera cocinar peces más grandes.- Contestó el individuo.
  • Pues piénsalo, no seas tú el que límite lo recursos que te da la naturaleza.- Afirmó Antonio.
    Y después de esta conversación cada uno se fue a su casa, porque era ya la hora ya recoger, ya que se estaba haciendo tarde.
    Al acabo de un tiempo Antonio volvió al mismo sitio a pescar y de nuevo, se encontró con el mismo individuo. Se quedó mirando de fijamente y vio que todos los peces que pescaba, los metía dentro de una cesta. Entonces se acercó y le pregunto que qué tal le había ido todo.
  • Muy bien, contestó el pescador, gracias por los consejos que me diste ese día, ahora aprovecho todos los peces, ya que tengo una sartén donde caben todos los tamaños.
  • No hay de que, dijo Juan. Tú eres el único que a propiciado el cambio con tu voluntad de hacerlo. De querer aprovechar al máximo tus habilidades. De la otra forma tus cualidades estaban limitadas a la mitad, pero ahora sabes que puedes hacer lo que te propongas con un poco de esfuerzo.
  • ¡¡Cuánta razón tienes!! No era el río el que me daba pocos peces, sino yo el que no sabía aprovechar todos los que me daba.

Sin más, después de pasar la mañana juntos haciendo lo que más les gustaba, pescar, cada uno se fue a su casa con la lección bien aprendida.

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