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El orden de la creación.

En el trabajo de Creación, Dios o energía primigenia de nuestro sistema solar, empezó utilizando las fuerzas provenientes de los signos de Fuego, las cuales alimentaron su Designio, su Propósito creador. Es decir, le facilitaron la semilla de su futuro universo.

Luego utilizó las fuerzas provenientes de los signos de Agua, los cuales pusieron a su disposición esa esencia llamada Amor. Se mezcló en esa etapa designio y amor, haciendo con ellos una de las columnas de su obra.

Los signos de Aire ofrecieron después sus fuerzas y con ellas y se establecieron las leyes que rigen el universo y de ellas nacieron en nuestro bajo mundo la lógica y la razón, que constituyen la segunda columna de la obra divina, la de la Izquierda, que nos permite comprender el funcionamiento de la máquina cósmica, al descubrir las leyes que la mueven.

Ya sólo faltaba que los signos de Tierra entraran en funciones para ofrecer a la Creación su fuerza coagulante y cristalizadora con la que envolver las energías de los demás signos, de manera que dispusieran de un cuerpo material para manifestarse. Con esas fuerzas se vistió la Obra, se le dio un ropaje y una apariencia.

Así lo hizo Dios y así lo hacemos nosotros, de manera que si en un horóscopo vemos que una persona tiene una mayoría de planetas en signos de Fuego, diremos que es portador de designio, de iniciativa, y que es utilizada para plantar la semilla de su universo.

Si la mayoría de los planetas se encuentran en signos de Agua, diremos que los sentimientos las emociones tenderán a dominar y que esa persona posiblemente lo vea todo de manera más subjetiva y personal, porque el Agua corresponde al He, que es una fuerza interiorizada y pone de manifiesto lo que va por dentro, lo que es propiedad exclusiva y patrimonio del individuo.

Si la mayoría de los planetas se encuentran en signos de Aire diremos que es una persona aplicada en descifrar las leyes y que impregna de lógica y de razón sus asuntos humanos y su comportamiento es bastante previsible puesto que obedece a valores universales y objetivos. Binah, que rige el Aire, es el gran creador de moldes.

Si la mayoría de los planetas se encuentra en signos de Tierra, diremos que es una persona de realizaciones prácticas y que dispondrá de medios materiales para realizar de una forma tangible sus aspiraciones.

Resumiendo:

Los pertenecientes a signos de Fuego pondrán en el mundo las semillas de las cosas y, como tales, serán portadores de futuro.

Los pertenecientes a signos de Agua ofrecerán su propia tierra corporal y emocional para que esa semilla pueda enraizarse: serán portadores de amor que se expresa como un ardor interno que los impulsa a llevar a la perfección la obra. También sus frutos corresponderán a una etapa futura, pero a un futuro ya más inmediato.

Los pertenecientes a signos de Aire realizarán su obra a través de la ley y el orden, son portadores de lógica y de razón e instituyen el marco legal en el que la obra podrá ser realizada.

Los pertenecientes a signos de Tierra son portadores de sentido práctico, son los que instituyen realmente en el mundo físico lo que el espíritu proyectó en su día. Así tendremos que cada experiencia humana que vivimos pasa por el ciclo de Fuego, el de Agua, el de Aire y finalmente se hace realidad en el ciclo de Tierra. Cuando esos cuatro ciclos han transcurrido y aportado cada uno su fruto experimental, el alma debe abandonar la realidad física, es decir, sus posesiones, sus pertenencias, para recomenzar un nuevo gran ciclo experimental a partir de cero.

Para vivir plenamente las experiencias de cada ciclo, es decir, para aprender las lecciones programadas por el Ego Superior, el ser humano necesita, por lo general, cuatro vidas. En la primera inicia los trabajos que han de llevarlo a la experiencia deseada.

En la segunda vive intensamente por dentro lo que más tarde proyectará al exterior como un fruto de sus propias entrañas.

En la tercera busca la manera de instituir lo que lleva dentro en el marco social para que resulte compatible con los intereses de los demás y que sirva también esos intereses ajenos, renunciando si es preciso a parte de su primitivo propósito.

Es en la cuarta encarnación cuando consigue ver su primigenio designio convertido en una realidad material que le permitirá darse cuenta de si realmente aquello es tal como lo imaginaba.

Añadamos que no es obligado el que transcurra tanto tiempo para vivir plenamente un ciclo experimental y que todo depende de la velocidad de crucero del interesado. Ciertas personas consiguen realizar todo el trabajo cíclico en una sola vida.

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