¿Tenemos la necesidad de agradar a los demás?

Todos hemos sentido en algún momento la necesidad de agradar a los demás, a un ser querido, amigo, etc. Uno de los deseos más básicos del ser humano es sentirse amado y apreciado. La tendencia natural de pertenecer al grupo, de establecer lazos afectivos con las personas que nos rodean, nos lleva a la necesidad de agradar a los demás. Pero, ¿por qué es tan importante agradar a los demás?


Cuando somos pequeños, buscamos obtener esta sensación de aprobación de nuestros padres y familiares. Más tarde, intentamos agradar a nuestros compañeros, profesores y amigos. El deseo de reconocimiento y aprobación surge en el colegio, el instituto, en el lugar de trabajo, en fiestas; básicamente en cualquier lugar donde interactuemos con otras personas a quienes queremos impresionar. Cuando pasamos a la edad adulta, todos buscamos aprobación en algún nivel, ya sea por parte de nuestros jefes, suegros, etc. Éste deseo es natural; forma parte de un anhelo primario por pertenecer y ser aceptado como parte del grupo, ser parte de la manada por temor a quedarte solo o sola. Esta actitud es fundamental para socializar, que en cierto modo, puede ser positivo, y favorece las relaciones e interacciones. Pero también puede convertirse en una obsesión.


Algunas personas pasan mucho tiempo y dedican muchos esfuerzos en conseguir agradar a los demás. Los intentos por dar una buena imagen, por ser aceptados, valorados y queridos por las personas que les rodea, puede convertirse en una verdadera obsesión que dirija la conducta de las personas hasta límites muy peligrosos.


Si no somos conscientes, este deseo puede volverse lo suficientemente intenso como para perturbar nuestra relación con otras personas y ser un obstáculo en el camino hacia nuestro crecimiento espiritual y nuestra transformación.
Es difícil saber realmente con cuánta frecuencia caemos en esta trampa, ya que a menudo buscamos aprobación sin siquiera darnos cuenta de ello. Te propongo un ejercicio, la próxima vez que estés en una reunión ya sea de trabajo o estando con amigos compartiendo lo que más os gusta, presta atención. ¿Terminas las oraciones de otra persona? ¿Pierdes información importante porque estás pensando en lo que vas a decir después? ¿Te encuentras asintiendo a la idea de otra persona y más tarde te preguntas por qué lo hiciste?


¿Qué ocurre cuando nos obsesionamos por agradar a los demás constantemente?


Primero, cuando nuestro impulso inmediato es impresionar a otras personas o ser aceptados por ellas, sin saberlo puede que actuemos o hablemos en contra de nuestros valores y creencias fundamentales, presentándonos a nosotros mismos de forma equivocada.
Segundo, cuando nos preocupamos por lo que otros puedan pensar acerca de nosotros, no estamos realmente escuchando lo que ellos tienen para decirnos, no prestamos atención a lo que tenemos que aprender de ellos.
Los actos para agradar a los demás en un principio tienen efectos positivos, pero estos efectos no tardan en transformarse:

  1. Cuando el rol de la persona consiste en agradar constantemente al otro, en lugar de obtener beneficios sociales, se obtienen consecuencias negativas en este sentido. Las demás personas se acostumbran al agrado y no valoran lo que se hace por ellos, con lo cual dejan de valorar esos actos y lo ven como una obligación del otro.
  2. Un agrado demasiado constante puede agobiar y sobrecargar al otro. Los otros no necesitan ese agrado. Es importante tener esto en cuenta, cuando nos relacionamos con otros no buscamos que nos den la razón, o nos agraden constantemente, buscamos una interacción o un vínculo.
  3. La persona se olvida de sus necesidades, al menos de modo inconsciente. Al no cumplir con sus necesidades, poco a poco empieza a experimentar malestar.

Michael Berg dice: “Cuando buscamos aprobación, es muy probable que perdamos nuestra conexión con la Luz Creadora que es irónicamente la fuente de todos nuestros talentos. La aprobación puede ser peligrosamente seductora aun para la persona más elevada espiritualmente entre nosotros”. Cada vez que nos relacionamos en el mundo es una oportunidad para compartir o recibir Luz. Para que dicho intercambio ocurra, debemos permanecer abiertos y escuchar. Cuando nos preocupamos por lo que otras personas piensen de nosotros o nos preguntamos si los hemos impresionado, lo único que hacemos es oscurecer nuestra personalidad.
Tienes el poder para encontrar plenitud en tu interior. El trabajo espiritual conduce a la apreciación propia, no sólo por las cosas que hacemos bien, sino por la forma en la que fallamos y buscamos la manera de hacerlo mejor. Cuando estamos menos enfocados en impresionar a otras personas e intentamos conectarnos más con nuestro interior, comenzamos a sentirnos más plenos y menos deseosos de obtener satisfacción temporal en la aprobación de otras personas.


Puedes encontrar todo lo que necesitas al conectarte con el maestro interior que todos llevamos. Da la bienvenida a las oportunidades para compartir, aprende de los demás y crecerás como persona.
En lugar de planear la respuesta perfecta, intenta escuchar realmente lo que los demás tienen que decir.
Dedica tiempo para conectarte cuando conozcas a alguien por primera vez; mira a esa persona a los ojos y sonríe. Tu sinceridad impresionará mucho más a los demás de lo que tú podrías hacerlo con un comentario ingenioso o sagaz.
Mantente fiel a tus creencias. Ser la voz solitaria de protesta es especialmente difícil. Es mucho más fácil permanecer en silencio y asentir sólo para ser aceptado. Sin embargo, compartimos más Luz cuando actuamos de acuerdo con nuestros valores y nos deshacemos de la necesidad de complacer a otras personas.


Cuando los intentos de agradar a los otros son excesivos, llegando a superar las propias necesidades, y los propios gustos e intereses, puede ser perjudicial para la persona y traer consigo consecuencias negativas para el bienestar. Cuando la obsesión por agradar a los demás, de ser aceptado por los demás, supera las propias necesidades, corremos el riesgo de olvidarnos a nosotros mismos.
¿Con que puede estar relacionada esta obsesión de agradar continuamente?.
Aceptación social. Por un lado tiene que ver con una necesidad extrema, casi enfermiza de ser aceptados por los demás. Todas las personas tienen necesidad de pertenecer a un grupo social y ser aceptados por el mismo. Es una necesidad natural, que puede tener efectos positivos, pero cuando la necesidad se vuelve obsesión y llega a ser enfermiza, podemos tener graves consecuencias.
Baja autoestima. Por otro lado, la necesidad de agradar a los demás puede estar relacionada con la baja autoestima. Algunas personas con baja autoestima, necesitan constantemente valoraciones positivas sobre su persona, estas valoraciones positivas alimentan su autoestima, funcionando como reforzadores a la conducta de agradar. En estos casos los intentos de agradar sirven para aportar una aparente cobertura a su autoestima.


¿Cómo podemos enfrentarnos a la necesidad de agradar?
Portarse bien con los demás es positivo, pero sin sobrepasar límites. Recuerda que los demás solo quieren nuestra compañía, no nuestro agrado.
Empieza a pensar en ti. Está bien pensar en los demás, y no se trata de ser egoísta y de imponer nuestras preferencias, pero sí de encontrar el equilibrio entre las necesidades de los demás y las propias. Date cuenta que si siempre haces lo que quieren los demás simplemente por el hecho de tener esa aceptación, pierdes tu esencia o lo que es lo mismo tu personalidad y dejas de ser tú.

¿Por qué juzgamos a los demás?

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